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LA BIOMASA

Opinión : Cristina Herrero Molino
Directora de YÉFIRA Consultoría


Las informaciones que se están difundiendo los últimos años sobre las energías renovables y, dentro de ellas, sobre las posibilidades energéticas de la biomasa hacen pensar que tenemos a la vista una oportunidad interesante desde varios puntos de vista.

Materiales residuales de otras actividades económicas (agricultura, silvicultura, industrias asociadas a las anteriores, residuos ganaderos, etc.) parecen constituir un amplio recurso energético. Objetivos energéticos y ambientales armonizarían bien en este planteamiento: se elimina un problema a la vez que se obtiene un nuevo beneficio.

Si se trata de cultivos energéticos, también aparecen asociados a la posibilidad de disponer de una fuente energética renovable, de importancia considerable como sustituto de combustibles fósiles importados, y de una alternativa a muchas tierras agrícolas que se enfrentan a una situación de inviabilidad económica casi segura.

En ambos casos, uno de los sectores que saldría favorecido sería el agrícola y las poblaciones rurales de amplias zonas con bajos niveles de desarrollo. Esto es, sin duda, un beneficio social añadido, porque incide positivamente en múltiples aspectos asociados a la fijación de la población rural y la disminución de los efectos de abandono del campo, etc.

Un reciente estudio de la UE, muestra que el despliegue de las energías renovables (objetivo 12 % para 2010) puede dar lugar a la creación de unos 900.000 empleos hasta el 2020. Se prevé que más de 500.000 de dichos empleos estén relacionados con la biomasa, en el sector industrial y en el agrícola. También señala el estudio que las energías renovables necesitan ser apoyadas en estos años para alcanzar el umbral de competitividad con los combustibles convencionales.

Todo ello contribuye a que el discurso en torno a la biomasa como fuente renovable de energía sea como una brisa reparadora que nos permite suponer, aunque sea por unos momentos, que estamos en camino de reorientar nuestro modelo energético hacia situaciones ambientalmente más viables, energéticamente más razonables e, incluso, socialmente más equitativas.

Pero, cuando se piensa en términos concretos, de agentes implicados, rentabilidad económica, exigencias y presiones del mercado, necesidad de articular proyectos complejos donde intervienen varios sectores, cadenas donde faltan muchos eslabones, etc., la realidad hace aflorar las múltiples barreras que se interponen entre la idea abstracta y la aplicación práctica.

Una de las barreras más importantes en la utilización de la biomasa para fines energéticos, de forma extensiva, es la implicación de diversos sectores y agentes para poner en marcha líneas complejas de nuevos productos. En el caso de la biomasa la complejidad de las aplicaciones es lo más común.

Por ejemplo, la producción de biodiésel, de gran importancia estratégica para el transporte, necesita implicar al sector agrícola, industrial y de consumo en un proceso de innovación y ritmo de implantación que tiene que estar consensuado. El acoplamiento de los distintos eslabones y de sus ritmos particulares de funcionamiento sólo puede ser hecho mediante un esfuerzo expreso de estructuración que facilite la confianza mutua y el despliegue simultáneo.

Los apoyos que las instituciones prevén se orientan frecuentemente a aspectos concretos de un proceso complejo de implantación, pero raramente se estructuran en torno al desarrollo integral del mismo, con posibilidad de poner en juego las sinergias entre sectores económicos, agentes sociales y entidades públicas.

También los agentes económicos se aproximan frecuentemente a las nuevas oportunidades de las energías renovables con la mentalidad del negocio rápido y sencillo.

Este planteamiento de simplificación y búsqueda de soluciones rápidas y de gran efecto se manifiesta poco adecuado a una implantación progresiva y segura de un sector energético apoyado en energías renovables, sobre todo en un recurso tan disperso como la biomasa.

Si el esfuerzo en marcha no sobrepasa este umbral se corre el riesgo de quemar un gran potencial de iniciativa distribuida por el tejido social, con el resultado de frustración y convencimiento de inviabilidad. La maravillosa capacidad de improvisación y esfuerzo puntual de que es capaz este país alcanzaría resultados muy superiores si se encontrara aderezada con una sabia proporción de organización y planificación coherente. En el ámbito del uso energético de la biomasa sería, probablemente, determinante del éxito.



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